Segunda Parte
La persona que renunció al naturalismo ateo y comenzó a tener fe dijo: “Las alabanzas sean para Allah, ya no tengo dudas, pero hay todavía algunas preguntas sobre las cuales tengo curiosidad.”
Primera Pregunta
“Oímos a muchas personas perezosas y aquellos que descuidan los cinco rezos diarios preguntar: ¿Qué necesidad tiene Dios Omnipotente de nuestra adoración que en el Corán Él con severidad e insistencia reprueba a aquellos que dejan de adorarlo y los amenaza con un castigo tan temible como el Infierno? ¿Cómo está en armonía con el estilo del Corán, que es moderado, suave y justo, demostrar la severidad última hacia una falta insignificante, menor?”
La Respuesta: Dios Omnipotente no tiene ninguna necesidad de tu adoración, ni de nada más. Eres tu quién tiene que adorarlo, ya que en realidad tú estás enfermo. Como ya hemos demostrado en muchas partes del Risale-i Nur, la adoración es una especie de remedio para tus heridas del alma. Si alguien que está enfermo acudiera a un doctor compasivo, que insiste que tomar sus medicinas es beneficioso para su enfermedad, y le preguntara: “¿Qué necesidad tienes que insistes de esta manera?”, puedes entender qué absurdo sería.
En cuanto a las amenazas severas y castigos temibles en el Corán si se abandonan los actos de adoración, se pueden comparar con un rey, que, por proteger sus derechos sustanciales, inflige un castigo severo a un hombre normal según el grado que su delito infringe esos derechos.
Del mismo modo, el hombre que deja la adoración y el rezo ritual viola de una manera significativa los derechos de los seres, quienes son como los súbditos del Monarca Eterno, y está actuando de hecho injustamente hacia ellos. Ya que las perfecciones de los seres son manifestadas a través la glorificación y la adoración realizada por aquel aspecto de ellos que es dirigido hacia su Hacedor. El que abandona la adoración no ve ni puede ver esta adoración. En efecto, él la niega. Además, los seres ocupan una posición exaltada por razones de su adoración y glorificación, y cada uno es una misiva Allah, alabado sea, y un espejo del Sustentador. Él los reduce desde sus posiciones altas y los considera sin importancia, sin vida, sin objetivo, y sin tareas, él los insulta, negando y transgrediendo sus perfecciones.
En efecto, cada uno ve al mundo en su propio espejo. Allah Omnipotente creó al hombre como una medida y escala para el universo. Y del mundo Él dio un mundo particular a cada persona. Él colorea este mundo para él de acuerdo con sus creencias sinceras. Por ejemplo, un desesperado, una persona llorosa ve a los seres llorando y desesperando, mientras una persona alegre, optimista, alegre ve al universo alegre y sonriente. Un hombre reflexivo adora y glorifica a Allah solemnemente y así descubre un grado de certeza, la adoración realmente existente y la glorificación de los seres vivos. Una persona que abandona la adoración a través del abandono o de la negación ve a los seres vivos de una manera totalmente contraria y opuesta a la realidad de sus perfecciones, transgrediendo así sus derechos.
Además, ya que quién deja el rezo no es dueño de sí mismo, él perjudica su propia alma, que es una esclava de Allah, su Dueño Verdadero. Su Dueño entrega amenazas imponentes para proteger los derechos de Su esclavo y de su alma que ordena el mal. También, quien ha dejado la adoración, que es el resultado de su creación y el objetivo de su naturaleza, parece hacer un acto de agresión contra la sabiduría Divina y la voluntad dominante, y por lo tanto recibe castigo.
En Resumen: El abandono de la adoración daña a su propia alma, que es esclava y propiedad absoluta de Allah Omnipotente, daña y transgrede los derechos de las perfecciones del universo. Seguramente, así como la incredulidad es un insulto a los seres vivos, el abandono de la adoración es una negación de las perfecciones del universo. Y ya que esto es un acto de agresión contra la sabiduría Divina, merece amenazas imponentes, y castigo severo.
Así, esto expresa el desmerecimiento y los hechos ya mencionados que el Sagrado Corán elige de un modo milagroso con estilo severo, que, en conformidad completa con los principios de la elocuencia, corresponde a las exigencias
Bediuzaman Said Nursi
En: Naturaleza: ¿Causa o Efecto?
De la Colección de Risale-i Nur