Primera Esperanza
¡Respetados hermanos ancianos y hermanas ancianas que han alcanzado la edad de la madurez! Como ustedes, yo soy anciano. Voy a escribir las ‘Esperanzas’ que he encontrado en mi ancianidad y algunas de las cosas que me han sucedido, con el deseo de compartir con ustedes las luces de consuelo que contienen. Por supuesto, las luces que he visto y las puertas de la esperanza que he encontrado han sido vistas y abiertas según mis habilidades defectuosas y confusas. Si Allah lo permite, vuestras disposiciones puras y sinceras harán que las luces que he visto brillar fuerte y fortalecer las esperanzas que he encontrado.
Así, la vertiente y la fuente de las siguientes esperanzas y luces es la fe en Allah.
Segunda Esperanza
Un día, cuando entré en la ancianidad, en otoño, a la hora de la oración de la tarde, estaba contemplando el mundo desde una montaña alta. De repente me sentí abrumado por un estado mental quejumbroso, afligido y en un aspecto, oscuro. Vi que me había vuelto viejo. El día también había envejecido y también el año; y así también el mundo había envejecido. Con el momento de la partida del mundo y la separación de aquellos que amaba acercándose dentro de estas otras instancias de ancianidad, mi propia ancianidad me sacudió severamente. De repente la misericordia Divina se develó de tal manera que transformó esa tristeza y separación quejumbrosa, en una esperanza poderosa y una luz brillante de consuelo. Sí, ¡ustedes, que son ancianos como yo! El Creador Compasivo se presenta ante nosotros en cien lugares en el Sabio Corán como “El Más Misericordioso de los Misericordiosos” y siempre envía Su misericordia a ayudar a los seres vivos de la faz de la tierra que lo buscan, y cada año llena la primavera con innumerables bendiciones y regalos de lo Oculto, enviándolos a nosotros que necesitamos sustento y así manifiesta Su misericordia en un grado mayor a nuestra debilidad e impotencia. Para nosotros, en nuestra ancianidad, en consecuencia, Su misericordia es la gran esperanza y la luz más poderosa. Esta misericordia se puede encontrar al formar una relación con el Más Misericordioso a través de la fe, y al realizar las obligaciones, y al ser obedientes a Él.
Tercera Esperanza
Una vez, cuando desperté en la mañana de la ancianidad del sueño de la noche de la juventud, me observé y vi que mi vida se estaba apresurando hacia la tumba, como si corriera barranca abajo. Como dijo Niyazi Misrî:
Cada día una piedra del edificio de mi vida se cae al suelo;
¡Negligente! ¡Tú duermes profundamente sin percatarte que el edificio está en ruinas!
Mi cuerpo, la morada de mi espíritu, se estaba dilapidando cada día con una piedra que se cae, y mis esperanzas y ambiciones que me ligaban fuertemente al mundo, habían comenzado a desprenderse de él. Sentí que el momento de la separación de mis innumerables amigos y seres queridos se estaba acercando. Busqué un bálsamo para esa herida tan profunda y aparentemente incurable, pero no pude encontrar nada. Nuevamente, como Niyazi Misrî, dije:
Mientras mi lengua deseaba su inmortalidad, la Realidad requería la muerte de mi cuerpo;
Me aqueja una enfermedad incurable, ¡que ni siquiera Luqman podría curar!1
Luego, de repente, la luz y la intercesión del Glorioso Profeta (PyB), la lengua, el modelo, el ejemplar, el heraldo y el representante de la Compasión Divina, y el regalo de la guía que le trajo a la humanidad suavizó y curó esa herida que yo había creído incurable e interminable. Convirtió mi desesperación oscura en una esperanza brillante.
Sí, ¡respetados ancianos y ancianas que sienten la vejez como yo! Estamos partiendo, no tiene sentido que nos engañemos. Si cerramos nuestros ojos ante ello, no nos hará permanecer aquí. Hay una movilización. La tierra del Reino Intermedio, que nos parece oscura u llena de separación debido a los delirios lúgubres que surgen de la negligencia y en parte de los extraviados es el lugar de encuentro de amigos. Es el mundo en donde nos encontraremos primero con el Amado de Allah (PyB) y con todos nuestros amigos.
Vamos al mundo de quien cada año, durante mil trescientos cincuenta años, ha sido el gobernante de mil trescientos cincuenta millones de personas y el entrenador de sus espíritus, el maestro de sus mentes y el amado de sus corazones; en cuyo libro de buenas obras, según el significado de es agregado cada día el equivalente de todas las buenas obras realizadas por su Comunidad; quien es el medio para alcanzar los propósitos Divinos elevados del universo y para la causa del elevado valor de los seres. Cuando él vino al mundo, según Hadices auténticos y un descubrimiento verdadero, exclamó: “¡Mi Comunidad! ¡Mi Comunidad!” Así también en el Juicio Final, cuando todos piensen sólo en sí mismos, nuevamente dirá: “¡Mi Comunidad! ¡Mi Comunidad!”, y con una abnegación sagrada y elevada apresurará con su intercesión a la ayuda de su Comunidad. Estamos yendo a ese mundo, iluminados por las estrellas de incontables evliyas y eruditos purificados que giran alrededor de ese Sol.
Así, el medio de compartir en la intercesión de ese Ser y de beneficiarse de su Luz y de salvarse de la oscuridad del Reino Intermedio, es seguir sus Prácticas Gloriosas.
1 Es decir, a pesar de que con todas mis fuerzas mi corazón quería que mi cuerpo fuera inmortal, la sabiduría Divina requería que fuera demolido. Me aquejaba una enfermedad incurable para la cual ni siquiera Luqman el Sabio podría encontrarle solución.