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Destello Veinte
Sobre la Sinceridad
[Si bien este tema está tratado en el Primero de los Cinco Puntos que comprende el Segundo de los Siete Temas del Destello Diecisiete, se convirtió en el Destello Veinte por su importancia.]
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Esta aleya del Sagrado Corán:
اِنَّٓا اَنْزَلْنَا اِلَيْكَ الْكِــتَابَ بِالْحَقِّ فَاعْبُدِ اللّٰهَ مُخْلِصًا لَهُ الدّ۪ينُ اَلَا لِلّٰهِ الدّ۪ينُ الْخَالِصُ
Y este noble Hadiz del Profeta (PyB):
هَلَكَ النَّاسُ اِلَّا الْعَالِمُونَ وَهَلَكَ الْعَالِمُونَ اِلَّا الْعَامِلُونَ وَهَلَكَ الْعَامِلُونَ اِلَّا الْمُخْلِصُونَ وَالْمُخْلِصُونَ
Ambos demuestran qué tan importante es en el Islam el principio de la sinceridad. De los innumerables puntos que se relacionan a la sinceridad, expondremos brevemente sólo cinco.
Nota: Un signo auspicioso de la bendita Esparta que a uno le causa agradecer es que comparado con otros lugares, no existe rivalidad evidente ni disputas entre los piadosos, aquellos que siguen el camino Sufí, y los sabios religiosos. Incluso si el amor verdadero y la unión que se necesitan no están presentes, comparativamente hablando, no hay rivalidades dañinas ni conflictos.
PRIMER PUNTO
Una pregunta importante e formidable: ¿Por qué es que mientras los mundanales y los negligentes, e incluso los desviados e hipócritas, cooperan sin rivalidad, la gente religiosa, los sabios religiosos, y aquellos que siguen el camino Sufí, se oponen unos contra otros en rivalidad, a pesar de que son gente veraz y de armonía? Si el acuerdo en verdad pertenece a la gente de armonía y las disputas pertenecen a los hipócritas, ¿cómo es que esto se ha dado vuelta?
La respuesta: Expondremos siete de los innumerables casos en que se da esta situación tan dolorosa, desgraciada e increíble que hace llorar al más entusiasta de las personas.
PRIMERA CAUSA
Tal como la disputa entre la gente veraz no surge de la falta de veracidad, así también el acuerdo que prevalece entre los negligentes no surge por que tengan verdad alguna. Por el contrario, es que una tarea específica y una función particular ha sido asignada a las clases sociales, como los “mundanales”, quienes están involucrados con la política, y quienes han recibido educación laica, y así, las funciones de los distintos grupos, sociedades y comunidades han sido definidos y se han distinguido unas de otras. De igual modo, la recompensa material que reciben por sus funciones es para ganarse la vida, mientras que la recompensa espiritual que consiste en la atención que reciben de los demás por sus ambiciones y orgullo, esto también está establecido y especificado[1]. Por lo tanto no existe nada en común al punto que llegue a producir conflicto, disenso y rivalidad. Sin importar lo maligno que es el camino por el que ellos andan, podrán preservar la unidad y el acuerdo.
Pero en cuanto a la gente religiosa, los sabios, y aquellos que siguen el sufismo, la tarea de cada uno tiene que ver con toda la gente; su recompensa material no está determinada ni especificada; y su parte en el aprecio y la aceptación social y la atención pública no están predeterminadas. Muchos pueden ser candidatos al mismo puesto; muchas manos pueden extenderse para recibir cada recompensa espiritual o material que se ofrece. De ahí es que surgen el conflicto y la rivalidad; la concordia cambia a discordia y el acuerdo, a disputa. Ahora bien, la cura y el remedio para esta terrible enfermedad es la sinceridad. La sinceridad puede ser obtenida al preferir adorar a Allah antes que adorar nuestra propia alma, al causar la complacencia de Allah al vencer los placeres del alma y del ego, y así poner de manifiesto el significado de esta aleya:اِنْ اَجْرِىَ اِلَّا ﱰ اللّٰهِ al renunciar a las recompensas materiales y espirituales que vienen de los seres humanos[2] y así poner de manifiesto el significado de esta aleya:وَمَا ﱰ الرَّسُولِ اِلَّا الْبَلَاغُ y al saber que estos asuntos son de buena aceptación, al causar una impresión favorable, al obtener la atención de los seres humanos como una tarea y un favor de Allah, y al saber que no cumplen ningún rol en hacer llegar el mensaje, que es la tarea de cada uno, ni son necesarios para ello, ni tampoco uno está a cargo de obtenerlos; al saber todo esto, una persona tendrá éxito al obtener sinceridad, si no, se desaparecerá.
SEGUNDA CAUSA
El acuerdo entre los extraviados es a causa de su humillación, y la disputa entre la gente bien guiada es a causa de su dignidad.
Es decir que la gente negligente – aquellos desviados hundidos en las preocupaciones mundanales – es débil y humillada porque no confían en la verdad y la realidad. A causa de su humillación, necesitan aumentar su fuerza, y por esta necesidad abrazan de todo corazón la ayuda y la cooperación de los demás. A pesar de que el camino que siguen es el del desvío, ellos preservan su acuerdo. Es como si estuvieran convirtiendo su ateísmo en un tipo de adoración de la verdad, su desvío en un tipo de sinceridad, su irreligión en un tipo de solidaridad, y su hipocresía en acuerdo, y así tienen éxito en lo que hacen. Porque la sinceridad genuina, incluso si es para el mal, no fallan en dar resultados, y lo que sea que el ser humano busque con sinceridad, Allah se lo garantizará[3].
Pero en cuanto a la gente bien guiada y religiosa, los eruditos religiosos y quienes siguen el camino sufí, por confiar en la verdad y la realidad, y cada uno en el camino de la verdad piensa sólo en el Sustentador y confía en Su socorro, derivan su dignidad de su creencia. Cuando sienten debilidad, no recurren a las personas sino a Allah y buscan ayuda de Él. A causa de la diferencia en el punto de vista, no sienten una verdadera necesidad de ayuda de quienes tienen un punto de vista aparentemente opuesto al de ellos, y no ven la necesidad de acordar y unírseles. Por cierto, si la obstinación y el egoísmo están presentes, uno podría imaginar que tiene razón y el otro es el que está equivocado; la discordia y la rivalidad toman el lugar del acuerdo y el amor. Así se ahuyenta la sinceridad y su función es perturbada.
Ahora, el único remedio para las consecuencias críticas de este increíble estado consiste de Nueve Reglas:
- Una persona tiene que actuar positivamente, es decir, por amor al propio camino, evitando la enemistad y los defectos de quienes siguen otros caminos, sin que estos interfieran con su creencia y su conocimiento, ni de ninguna manera que los enfrente a ellos.
- Unirnos dentro del Islam, cualquiera sea el camino en particular, recordando los numerosos lazos de unidad que evocan amor, hermandad y acuerdo.
- Adoptar la regla de conducta justa que un seguidor de cualquier punto de vista correcto tiene derecho a decir: “Mi punto de vista es verdadero, o el mejor”, pero no que “Sólo mi punto de vista es el verdadero”, o que “Sólo mi punto de vista es bueno”, de modo que implica la falsedad o repugnancia de todos los demás puntos de vista.
- Considerar que esa unión con la gente de la verdad es una causa del socorro Divino y la dignidad altísima de la religión.
- Darse cuenta de que la resistencia individual de la persona más poderosa contra los ataques a través de la mala influencia de la poderosa fuerza colectiva de los extraviados y que la falsedad que surge de su solidaridad, inevitablemente serán derrotados, y a través de la unión de la gente bien guiada, crear una sociedad y personalidad colectiva también, para preservar la justicia y los derechos para enfrentarse a esa temible fuerza colectiva desviada.
- Para preservar la verdad de los asaltos de falsedad.
- Abandonar el ego y su egoísmo.
- Y renunciar el concepto equivocado del amor propio.
- Y acabar con todos los sentimientos insignificantes que surgen de la rivalidad.
Si se adhieren a estas nueve reglas, la sinceridad será preservada y su función será cumplida perfectamente.[4]
TERCERA CAUSA
El desacuerdo entre la gente bien guiada se debe al mal uso del fervor; la unión entre los extraviados se debe a la debilidad y la incapacidad que vienen de la falta de fervor. Lo que impulsa a la gente bien guiada al mal uso de sus altas aspiraciones y de ahí, al desacuerdo y la rivalidad es el deseo de obtener recompensa celestial, lo que cuenta como una cualidad digna de ser elogiada en lo que respecta al Más Allá, y una insatisfacción en lo que respecta a las tareas relacionadas al Más Allá. Pensando para sí mismo, “Déjame ganar esta recompensa, déjame guiar a esta gente, déjalos escucharme”, asume una posición de rivalidad hacia el verdadero hermano que lo enfrenta y que verdaderamente necesita de su amor, su ayuda, su hermandad y su auxilio. Diciendo para sí mismo, “¿Por qué mis alumnos van con él? ¿Por qué no tengo tantos alumnos como él?”, cae preso del egoísmo, se inclina hacia la enfermedad crónica de la ambición, pierde toda la sinceridad y abre la puerta a la hipocresía.
La cura para este error, esta herida, esta increíble enfermedad del espíritu, es el principio de “Se gana la complacencia de Allah solamente con sinceridad”, y no por ser seguido por mucha gente ni por tener un gran éxito. Porque estos últimos sólo ocurren por la voluntad de Allah; no pueden ser demandados, a pesar de que muchas veces se dan. A veces una sola palabra servirá para salvar a alguien y así se obtendrá la complacencia de Allah. La cantidad no debería recibir mucha atención, porque a veces guiar a una persona hacia la verdad puede ser tan complaciente para Allah como guiar a mil.
Además, la sinceridad y la adherencia a la verdad requieren que uno debería desear que los musulmanes se beneficien de quien sea y en donde sea. Pensar “Deja que tomen clases conmigo así yo gano la recompensa” es un truco del alma y del ego.
¡Oh, ser humano que codicias la recompensa del Más Allá y que no estás satisfecho haciendo buenas obras! Hubo ciertos profetas que tuvieron sólo un número limitado de seguidores pero recibieron la recompensa infinita de la tarea sagrada de ser profetas. Entonces, el verdadero logro no yace en ganar muchos seguidores sino en obtener la complacencia de Allah. ¿Imaginas que eres, que diciendo “Deja que todos me escuchen”, olvidas tu función e interfieres en lo que le concierne estrictamente a Allah? Que obtengas aceptación y que la gente se reúna a tu alrededor es un asunto de Allah. Entonces mira tus propias tareas y asuntos y no te entrometas en los asuntos de Allah.
Además, no sólo las personas ganan recompensas por quienes escuchan y dicen la verdad. Los seres sensibles y espirituales de Allah y Sus ángeles han llenado el universo y han adornado cada rincón. Si quieres obtener mucha recompensa, toma la sinceridad como tu fundamento y piensa sólo en la complacencia de Allah. Entonces cada sílaba de las palabras benditas que salgan de tu boca cobrará vida por tu sinceridad y tu intención veraz, y así irán a los oídos de innumerables seres sensibles, los iluminarán y te harán ganar recompensa. Porque cuando, por ejemplo, dices “Alabado sea Allah y Gracias a Allah” millones de estas palabras, grandes y pequeñas, se escriben en la página del aire con el permiso de Allah. Porque el Escritor Omnisciente no hizo nada pródigamente ni en vano, creó innumerables oídos, tantos como fueran necesarios para escuchar esas múltiples palabras benditas. Si esas palabras cobran vida en el aire por la intención sincera y veraz, entrarán en los oídos de los seres espirituales como una fruta sabrosa en la boca. Pero si la complacencia de Allah y la sinceridad no hacen que esas palabras cobren vida, no serán escuchadas y la recompensa será sólo por haberlas pronunciado con la boca. ¡Presten mucha atención a esto, recitadores del Corán que se entristecen porque sus voces no son más bellas y porque no mucha gente los escucha!
CUARTA CAUSA
De la misma manera en que la rivalidad y el desacuerdo entre la gente bien guiada no surgen de no haber previsto las consecuencias o de falta de visión de futuro, así también el acuerdo incondicional entre los extraviados no surge de una visión de futuro elevada. Mejor dicho, la gente bien guiada, a través de la influencia de la verdad y la realidad, no sucumbe ante las emociones ciegas del alma, sino que sigue las inclinaciones previsoras del corazón y del intelecto. Sin embargo, debido a que no logra preservar su sentido de orientación ni su sinceridad, no puede mantener su estado elevado y cae en disputas.
En cuanto a los extraviados, bajo la influencia del alma, de los caprichos y de la dominación del sentido de percepción, que está ciego ante todas las consecuencias y siempre prefiere veinte gramos de placer inmediato a una tonelada de placer a futuro, se reúnen en acuerdo impaciente sólo para obtener un beneficio instantáneo y un placer inmediato. Por cierto que los adoradores del ego de baja moral y sin corazón seguramente se congregarán alrededor de los placeres y beneficios inmediatos de este mundo. Es verdad que la gente bien guiada se ha enfocado hacia las recompensas del Más Allá y sus perfecciones de acuerdo con las modestas órdenes del corazón y del intelecto, pero incluso un sentido de orientación correcto, una sinceridad completa, un acuerdo y una unión abnegada son posibles porque no han podido librarse del egoísmo, y por la deficiencia y el exceso, pierde su unión, esa elevada fuente de poder, y permite que su sinceridad se haga pedazos. Su tarea en cuanto al Más Allá también resulta lastimada. La complacencia de Allah no se obtiene fácilmente. La cura y el remedio para esta enfermedad tan seria es estar orgulloso de estar en compañía de todos los que transitan el camino de la verdad, de acuerdo con el principio de amar por Allah; seguirlos y diferir el mando a ellos; y considerar que quien sea que esté en el camino de Allah es probablemente mejor que uno mismo, así se rompe el ego y se mantiene la sinceridad. La salvación de esta enfermedad está también en saber que veinte gramos de obras realizadas con sinceridad son preferibles a una tonelada de obras realizadas sin sinceridad, y al referirse al estatus de un seguidor como un líder, con todo el peligro y la responsabilidad que eso implica. Así, se obtiene la sinceridad y las tareas que uno tiene para prepararse para el Más Allá podrán ser realizadas correctamente.
QUINTA CAUSA
La disputa y el desacuerdo entre la gente bien guiada no son el resultado de la debilidad, y la unión poderosa de los extraviados no es el resultado de la fuerza. Más bien, la falta de unión de la gente bien guiada surge del poder que resulta del apoyo que da la creencia perfecta, y la unión de los extraviados surge de la debilidad y la impotencia que experimentan como resultado de su falta de apoyo interno. Los débiles forman uniones poderosas precisamente por su necesidad de unión.[5] Como los fuertes no sienten la misma necesidad, sus uniones son débiles. Los leones no necesitan la unión que tienen los zorros y por eso viven como individuos separados, mientras que las cabras salvajes forman un rebaño para protegerse de los lobos. La comunidad y la personalidad colectiva de los débiles es fuerte, y la comunidad y la personalidad colectiva de los fuertes son débiles. El Corán alude a esto sutilmente con las palabras: وَقَالَ نِسْوَةٌ ﯺﰆ الْمَد۪ينَةِ. En árabe, el verbo قَالَ está conjugado en persona masculina a pesar de que tendría que ser femenino por dos motivos: “mujeres” es un sustantivo femenino y también es un caso de los plurales rotos del idioma árabe que son siempre considerados femeninos. Pero en contraposición a esto, en la frase قَالَتِ الْاَعْرَابُ, el verbo está en femenino, a pesar de que la persona es una comunidad de hombres. Aquí se indica que una asociación de mujeres débiles, dóciles y delicadas gana fuerza, dureza y energía, e incluso adquieren cierto tipo de virilidad. El uso de la forma masculina del verbo, entonces, resulta apropiado. Los hombres fuertes, por el contrario, y en particular los beduinos árabes, confían en su propia fuerza, entonces su asociación es débil porque asumen una postura de delicadeza y cuidado y así adquieren cierto tipo de feminidad, así que el uso del verbo en femenino resulta apropiado.
De la misma manera, la gente bien guiada somete y deposita su confianza en una firme fuente de apoyo que es creer en Allah. Por lo tanto, no les presentan sus necesidades a otros ni les pide ayuda. Si alguna vez lo hace, no se adhieren a las personas involucradas a toda costa. Pero la gente mundanal ignora que en sus asuntos mundanales la verdadera fuente de apoyo; caen en la debilidad y la impotencia, y al experimentar una necesidad extrema de ayuda, se reúnen sacrificándose con sinceridad.
La gente de la verdad no reconoce y busca la verdadera fuerza que se encuentra en la unión; por lo tanto, caen en la disputa, como una consecuencia maligna y dañina de este fracaso. Por el contrario, los extraviados y falsa percibe la fuerza que se encuentra en la unión, por su propia debilidad, y así adquiere la unión, que es el medio más importante para alcanzar todos sus objetivos. La cura y el remedio para esta enfermedad que es la discordia entre la gente bien guiada es hacer que la prohibición Divina expresada en esta aleya sea su código de conducta:
وَلَا تَنَازَعُوا فَتَفْشَلُوا وَتَذْهَبَ ر۪يحُكُــمْ y la sabia orden Divina para la vida social que está presente en esta aleya: وَتَعَاوَنُوا ﱰ الْبِرِّ وَالتَّقْوى uno debe darse cuenta de qué tan dañina es la disputa en el Islam y de cómo ayuda a los extraviados a triunfar sobre la gente bien guiada, y así, con sinceridad y sacrificándose, se unen a la caravana de la gente bien guiada con un sentido de su propia debilidad e impotencia. Finalmente, uno debe olvidar su propio ser, abandonar la hipocresía y la presunción, y aferrarse a la sinceridad.
SEXTA CAUSA
La discordia entre la gente bien guiada no surge de la falta de virilidad, aspiración o fervor; del mismo modo, la unión sincera de los extraviados, negligente y mundanal con respecto a sus asuntos mundanales no surgen de la virilidad, aspiración o fervor. Más bien es que la gente bien guiada está preocupada generalmente por los beneficios que recibirá en el Más Allá y, por lo tanto, dirige su fervor, aspiración y virilidad hacia los numerosos asuntos importantes. Ya que no se dedican tiempo – el verdadero capital que tiene el ser humano – a una sola cosa, su unión con sus compañeros nunca puede ser firme. Sus preocupaciones son numerosas y de amplio espectro.
En cuanto a los negligentes y mundanales, ellos piensan sólo en la vida de este mundo, y abrazan firmemente los asuntos de la vida de este mundo con todos sus sentidos, sus espíritus y corazones y se aferran con firmeza de quienes los ayudan en esos asuntos. Como un vendedor de diamantes loco que le pone un precio exorbitante a un pedazo de vidrio que prácticamente no vale nada, ellos dedican su tiempo, que es muy valioso, en asuntos que en realidad, y desde el punto de vista de la gente bien guiada, no valen nada. Pagar tan alto precio y ofrecerse uno mismo con la devoción de todos los sentidos naturalmente dará como resultado una sinceridad incondicional que otorga el éxito del asunto en cuestión, para que la gente bien guiada sea derrotada. Como resultado de esta derrota, la gente bien guiada desciende a un estado de degradación, humillación, hipocresía y ostentación, y se pierde la sinceridad. Así, la gente bien guiada se ve obligada a adular y a rebajarse ante un puñado de seres mundanales viles y de gran bajeza.
¡Oh, gente bien guiada! ¡Oh, gente de la ley islámica, gente de la realidad y sufíes! Confrontados por esta increíble enfermedad que es la discordia, ¡pasen por alto las faltas de cada uno, cierren sus ojos ante las deficiencias de cada uno! Compórtense de según la regla de cortesía establecida por el criterio que está expresado en la siguiente aleya del Corán: وَاِذَا مَرُّوا بِاللَّغْوِ مَرُّوا كِــرَامًا Considera como tu obligación principal – una de las que depende tu estado en el Más Allá – es abandonar el disenso interno cuando son atacados por un enemigo externo, y así liberar a la gente bien guiada de la degradación y la humillación. ¡Practiquen la hermandad, amen y cooperen insistentemente unidos por cientos de aleyas coránicas y Hadices del Profeta (PyB)! ¡Establezcan con todas sus fuerzas una unión con tus compañeros y hermanos de religión que sea más fuerte que la unión de la gente mundanal! ¡No caigan en disputas! No se digan, “En vez de perder mi precioso tiempo en estas pequeñeces, déjame utilizar mi tiempo en algo más valioso como en invocar a Allah y en meditar”, porque así se retira y se debilita la unión.
Porque precisamente, lo que te imaginas como un asunto de poca importancia en esta encrucijada moral de hecho puede ser muy grande. De la misma forma en que bajo condiciones especiales e inusuales la guardia que mantiene un soldado durante una hora puede ser igual a todo un año de adoración, en estos tiempos, cuando la gente bien guiada ha sido derrotada, el preciado día que pasas atendiendo algún asunto aparentemente sin importancia sobre la lucha moral, puede ser equivalente a mil días, tal como la hora que pasa el soldado. Todo lo que se emprenda en nombre de Allah no puede ser catalogado como pequeño o grande, que vale o no vale. Un átomo que se use para la sinceridad y para la complacencia de Allah se convierte en una estrella. Lo importante no es la naturaleza de los medios que se utilizan sino el resultado que arroja. Mientras que el resultado sea la complacencia de Allah y la sustancia utilizada sea la sinceridad, cualquier medio al que uno recurra será grande, no pequeño.
SÉPTIMA CAUSA
La disputa y la rivalidad entre la gente bien guiada no surge de los celos ni de la avaricia por el mundo, y de igual modo, la unión de la gente mundanal y negligente no surge de la generosidad y la magnanimidad. Más bien, la gente bien guiada no puede preservar enteramente la magnanimidad y las grandes aspiraciones que proceden de la verdad, ni la loable competencia que existe en el camino de Allah. Infiltrados por la gente mundanal, hacen mal uso de la forma loable de competir y caen en la rivalidad y la disputa causando graves daños tanto hacia ellos mismos como hacia la comunidad islámica.
En cuanto a los extraviados y negligente, para no perder los beneficios con los que está encaprichada y no ofende a los líderes y compañeros a quienes adora en nombre de los beneficios que les da, en su total humillación, degradación y falta de virilidad, practica la unión a toda costa con sus compañeros, sin importan qué tan abominable, traicionero y dañino esto pueda ser, y con sinceridad está de acuerdo con sus compañeros en lo que sea por un interés en común. Como resultado de esta sinceridad, ciertamente obtienen los beneficios deseados.
Entonces, ¡oh, gente bien guiada que está entregada a la disputa y afligida por el desastre! Es a través de su pérdida de sinceridad y su fracaso en hacer que la complacencia de Allah sea tu único objetivo en esta época de desastre que han hecho que la gente bien guiada pase por esta humillación y derrota. En los asuntos relacionados a la religión y al Más Allá no debería haber ni rivalidad, ni envidia, ni celos; por cierto que no puede haber nada de esto en el camino de la verdad. La razón para la envidia y los celos es que cuando muchas manos quieren alcanzar un mismo objeto, cuando muchos ojos se fijan en una misma posición, cuando muchos estómagos ansían un mismo pedazo de pan, primero, la envidia surge como resultado del conflicto, la disputa y la rivalidad y luego surgen los celos. Debido a que muchas personas desean lo mismo en este mundo, y porque el mundo, estrecho y transitorio como es, no puede satisfacer los deseos ilimitados del ser humano, la gente se convierte en rival entre sí. Sin embargo, en el Más Allá se le dará un paraíso de quinientos años a cada individuo; setenta mil palacios le serán otorgados; y cada una de las personas del Paraíso estará perfectamente satisfecha con esto[6]. Así, pues, queda claro que no hay motivo de rivalidad en el Más Allá, ni puede haber rivalidad. En ese caso, tampoco debería haber ningún tipo de rivalidad con respecto a aquellas obras de bien que merecen recompensa en el Más Allá; no hay lugar para los celos aquí. El celoso es un hipócrita que busca un resultado mundanal al realizar obras de bien, o bien es un devoto sincero pero ignorante, que no conoce el verdadero propósito de las obras de bien y no comprende que la sinceridad es el espíritu y el fundamento de todas las obras de bien. Al sembrar la rivalidad y la hostilidad entre los fieles de Allah, en realidad está sembrando la duda sobre la magnitud de la compasión de Allah.
Un ejemplo que avala esta verdad: Uno de mis ex-compañeros cultivó la hostilidad con alguien. Una vez, alguien describió la virtud y las obras de bien de su enemigo en su presencia. No estaba celoso ni enojado. Luego alguien dijo: “Ese enemigo tuyo tiene coraje y es fuerte”. Vimos como una fuerte vena de celos y rivalidad de repente apareció en ese hombre. Le dijimos:
“La virtud y vivir sin pecado otorgan una fuerza y una exaltación como una joya de la vida eterna, sin embargo, no estabas celoso por ellas. Ahora, la fuerza mundanal que encontramos en los bueyes, y el coraje de las bestias salvajes, en comparación con la virtud y vivir sin pecado, son como un pedazo de vidrio comparado con un diamante”. El hombre respondió: “Ambos hemos fijado nuestros ojos en este mundo sobre un mismo objeto. Los pasos que llevan a él son provistos por cosas como el coraje y la fuerza. Es por esta razón que sentí celos de él. Los objetos y las estaciones del Más Allá son innumerables. A pesar de que él es mi enemigo en este mundo, en el Otro puede ser mi hermano más amado y cercano”.
¡Oh, gente bien guiada! El servicio de la verdad es como llevar y preservar un tesoro grande y pesado. Quienes llevan esa inversión sobre sus hombros estarán contentos y agradecidos cada vez que haya manos poderosas que se apresuren a ayudarlos. Lejos de estar celosos, uno debería aplaudir con orgullo la fuerza superior, la efectividad y capacidad de aquellos que con amor verdadero se acercan a ofrecer su ayuda. ¿Por qué entonces hay necesidad de ver a los verdaderos hermanos y sacrificados ayudantes con un espíritu de rivalidad, y así perder la sinceridad? Serás expuesto a temibles acusaciones a los ojos de los extraviados, ese tipo de interés por perseguir lo mundanal a través de la religión, a pesar de que es algo cien veces más bajo que tú y tu creencia, ganándote la vida a través del conocimiento de la verdad y rivalizando con otros con codicia y avaricia. El único remedio para esta enfermedad es acusar a tu propia alma antes que otros levanten estos cargos contra ti, y siempre tomar partido por tu compañero, no por tu propia alma. La regla de la verdad y la equidad establecida por los eruditos en el arte del debate es esta: “Quienquiera que desee, en un debate sobre cualquier tema, que sus propias palabras resulten verdaderas, quienquiera que esté feliz por tener razón y porque su enemigo está equivocado y errado, esa persona ha de actuar injustamente”. No sólo eso, esa persona pierde, porque cuando emerge victoriosa de ese debate, no habrá aprendido nada que ya no supiera, y es probable que su orgullo le ocasione pérdida. Pero si su adversario resultara estar en lo correcto, habrá aprendido algo que antes no sabía y de esa manera habrá obtenido algo sin perder nada, además de estar a salvo de la soberbia. En otras palabras, si uno es justo en sus asuntos y está enamorado de la verdad, someterá el deseo de su propia alma ante las demandas de la verdad. Si ve que su adversario está en lo correcto, lo aceptará de buen grado y lo apoyará con alegría. Entonces, si la gente de religión, la gente de la verdad, la gente de aprendizaje y sufíes aceptan este principio como su guía, obtendrán la sinceridad, y tendrán éxito en aquellas tareas que los prepara para el Más Allá. A través de la misericordia, serán librados de esta terrible miseria y desgracia que sufren en el presente.
سُبْحَانَكَ لَا عِلْمَ لَنَٓا اِلَّا مَا عَلَّمْتَنَاﮈ اِنَّكَ اَنْتَ الْعَل۪يمُ الْحَك۪ــيمُ
[1] Tengan cuidado, que la atención de los seres humano no se puede ser exigida sino sólo dada. Si es dada, uno no debería deleitarse con ella. Si uno se deleita con ella, la sinceridad se pierde y la hipocresía toma su lugar. La atención de los seres humanos, si se cumple por el deseo para por honor y fama, no es una recompensa ni un premio, sino un reproche y un castigo por falta de sinceridad. Esta atención de los seres humanos, este honor y esta fama dañan la sinceridad, la fuente de la vitalidad para todas las buenas obras y a pesar de que brindan un pequeño placer en cuanto a la puerta de la tumba, del otro lado de esa puerta toman la forma de tormentos. En consecuencia, uno no debería desear la atención de los seres humanos sino huir y rehuir de ello. ¡Estén advertidos, todos los que adoren la fama y corran detrás del honor y el rango!
[2] Uno también debería tomar como su guía la cualidad de preferir a otros a uno mismo, la misma cualidad de los compañeros que es alabada en el Corán. Por ejemplo, al dar un regalo o realizar un acto de caridad, uno debería siempre preferir al receptor para uno mismo y sin exigir o desear internamente cualquier recompensa material por el servicio religioso, sabiendo que nuestro acto es puramente por la gracia de Allah y no imponer un sentido de obligación sobre las personas. Nada mundanal debería buscarse a cambio del servicio religioso, porque si no, la sinceridad se perderá. Las personas tienen muchos derechos y demandas e incluso pueden merecer el zakat pero no se puede exigir. Cuando uno recibe algo, no se puede decir: “Esto es la recompensa de mi servicio”. Más bien con una perfecta conformidad uno debería siempre preferir antes que a uno mismo, a otros que lo merecen más. Así, manifestando el significado de وَ يُؤْثِرُونَ عَلَى اَنْفُسِهِمْ وَلَوْ كَانَ بِهِمْ خَصَاصَةٌ uno se puede salvar de este terrible peligro y obtener sinceridad.
[3] Sí, “Quien busque seriamente encontrará” es una regla de verdad. Su alcance es abarcativo e incluye el asunto que se está tratando.
[4] Incluso está registrado en Hadices auténticos del Profeta (PyB) que al final de los tiempos los verdaderamente piadosos entre los cristianos se unirán a la Gente del Corán y pelearán contra su enemigo en común, la irreligión. Y en este momento, también, la gente de religión y verdad necesita unirse sinceramente no sólo con sus propios hermanos y amigos creyentes sino también con los verdaderamente piadosos y espirituales de los cristianos, temporariamente fuera de discusión y debate de los puntos de diferencia para combatir su enemigo en común, el ateísmo agresivo.
[5] Entre las organizaciones más poderosas y efectivas de Occidente está la Organización Americana de Derechos y Libertad de las Mujeres, incluso si a las mujeres se las llama el sexo débil y son débiles y delicadas. Similarmente, la organización de los armenios, a pesar de su debilidad y pequeña cantidad cuando se los compara con otros pueblos, con su comportamiento fuerte y abnegado, provee otra prueba de nuestra observación.
[6] Una pregunta importante hecha por una persona significativa: Según un Hadiz, un paraíso de quinientos años se le dará a cada uno en el Paraíso. ¿Cómo puede comprender esta verdad la inteligencia mundanal?
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