No cabe duda de que la juventud se perderá; se convertirá en vejez y muerte, tal como los veranos dan lugar a otoños e inviernos y los días se transforman en tardes y noches. Todas las escrituras reveladas dan la buena noticia de que si la efímera y corta juventud se pasa realizando buenas obras en castidad y dentro de los límites de la buena conducta, la persona ganará juventud inmortal.