Nuestro Creador nos concede cada día el capital de vida de veinticuatro horas para que podamos obtener todas las cosas requeridas para nuestras dos vidas. Si pasamos veintitrés horas en asuntos mundanos de esta vida pasajera y nos negamos a dedicar una hora, que es suficiente para cumplir con las cinco oraciones obligatorias para la larga vida del Más Allá, se puede entender qué irracional equivocación estamos cometiendo y qué gran pérdida es sufrir de angustia de la mente y del espíritu como castigo de este error; comportarse incorrectamente por las aflicciones y fracasar en rectificar nuestras conductas por vivir en un estado de desesperación, efectivamente, haciendo lo contrario.