PALABRA TREINTA Y DOS

Descargar

Palabra Treinta y Dos

Esta Palabra consiste de Tres Paradas 

[Es un apéndice que explica el Octavo Destello de la Palabra Veintidós, y también es un comentario sobre la primera de las cincuenta y cinco lenguas con las que los seres del universo testifican la Unidad Divina. Se han mencionado estas lenguas en mi tratado intitulado “Katre” (Una Gotita). Es una verdad, que se ha engalanado con comparaciones, entre muchas verdades relacionadas a la aleya:

لَوْ كَانَ ف۪يهِمَٓا اٰلِهَةٌ اِلَّا اللّٰهُ لَفَسَدَتَا [1]]

Primera Parada

لَوْ كَــانَ ف۪يهِمَٓا اٰلِهَةٌ اِلَّا اللّٰهُ لَفَسَدَتَا  ﱳ لَٓا اِلٰهَ اِلَّا اللّٰهُ وَحْدَهُ لَا شَر۪يكَ لَهُ لَهُ الْمُلْكُوَلَهُ الْحَمْدُ يُحْي۪ى وَيُم۪يتُ وَهُوَ حَىٌّ لَا يَمُوتُ بِيَدِهِ الْخَيْرُ وَهُوَ ﱬ كُلِّ شَىْءٍ قَد۪يرٌ وَاِلَيْهِ الْمَص۪يرُ

Bismillahir Rahmanir Rahim

“En el Nombre de Allah el Clemente y el Misericordioso”

No hay dios más que Allah, Él es el Único, no tiene copartícipes; Suyo es el dominio de todas las cosas y Suyas son las adoraciones; solo Él otorga la vida, y designa la muerte, y Él es Eterno y no muere; todo lo bueno está en Sus manos, Él es Todopoderoso y en Él todas las cosas culminan

Una noche de Ramadán, dije estas palabras que afirman la unidad Divina que consisten en once frases, que en cada una de ellas existe un grado que expresa esta unidad y también contiene buenas nuevas. Pero de esos grados sólo he tratado el significado y el sentido de la frase

لاَ شَرِيكَ لَهُ “No tiene copartícipes”; fue en la forma de una conversación alegórica y un debate imaginario que fuera comprensible para la gente común. Ahora estoy escribiendo esa conversación a pedido y por el deseo de mis más estimados hermanos que me asisten y de mis amigos de la mezquita:  Es así.

Supongamos que una persona representa todas esas cosas que se asocian comúnmente a Allah y que los distintos tipos de idólatras imaginan que son reales. Estos idólatras son incrédulos y desviados que adoran a la naturaleza y a la causa-efecto, por ejemplo, y le asignan copartícipes a Allah. La persona ficticia quiere dominar a uno de los seres del universo y entonces dice ser su verdadero dueño.

Primero, ese mentiroso encontró una partícula, que es lo más pequeño de esos seres, y le habló con el idioma del naturalismo y la filosofía al decirle que él iba a ser su maestro y dueño verdadero. Pero la partícula le respondió con la lengua de la verdad y con la sabiduría de la dominación al decirle:

“Yo cumplo con innumerables tareas. Entro en muchos seres que son todos diferentes y hago mi trabajo en ellos. Y entre el sinfín de partículas como yo están las que se mueven de un lugar a otro[2] y trabajan conmigo. Si tienes el conocimiento y el poder de encomendarme a todas esas tareas y la autoridad y la habilidad de emplear o de dominar a todos esas otras también, si es posible que seas el dueño verdadero que tiene el control total sobre los seres de los que yo formo parte en un orden completo, por ejemplo, sobre los glóbulos rojos, entonces puedes hacerte llamar mi maestro y puedes atribuirme a otro que no sea Allah Todopoderoso. Pero si no puedes hacer todas estas cosas, entonces ¡cállate!

“Y de la misma manera que no puedes tener dominio sobre mí, no puedes interferir de ningún modo. Porque existe un orden tan completo en nuestras tareas y en nuestro movimiento que quien no tiene sabiduría infinita y conocimiento abarcativo no puede entrometerse con nosotras. Si lo hiciera, causaría caos. Sin embargo, una persona como tú, necia, impotente y ciega que está en las garras de la naturaleza y la mera coincidencia, no podría siquiera comenzar a estirar un dedo para interferir”.

Entonces, como los materialistas, quien hacía estos reclamos dijo: “En ese caso, poséete a ti misma. ¿Por qué dices que estás trabajando por alguien más?” A lo que la partícula respondió:

“Si yo tuviera un cerebro como el sol, un conocimiento global como su luz, un poder abarcativo como su calor, los sentidos exhaustivos como los siete colores de su luz, si tuviera una cara que mirara a todos los lugares por donde viajo y a todos los seres en los que trabajo y, si tuviera un ojo que los vigilara y palabras que tuvieran autoridad sobre ellos, entonces tal vez daría mi consentimiento a esta tontería tuya y diría que soy mi propia dueña. ¡Sal de aquí! ¡Vete! ¡No sacarás nada de mí!”

Entonces, cuando el representante de esas cosas consideradas como los copartícipes de Allah perdió la esperanza con esa partícula y esperaban poder seguir este asunto con un glóbulo rojo. Y al encontrarse con uno de ellos, le dijo de parte de las causas y en el idioma de la naturaleza y la filosofía: “Yo soy tu maestro y tu dueño”. Y el glóbulo rojo le respondió en la lengua de la verdad y de la sabiduría Divina:

“Yo no estoy solo. Si tú puedes ser el dueño de todos mis compañeros del ejército de la sangre cuya marca, naturaleza como oficiales, orden son iguales, si tienes una sabiduría sutil y un poder absoluto suficiente para ser el dueño de todas las células del cuerpo en el que viajamos y para lo cual nos han empleado con una perfecta sabiduría; si puedes demostrar que es así, entonces tal vez podríamos encontrar algún significado a tu reclamo.

“Pero alguien tan tonto como tu no puede ser el dueño si tu único apoyo es la naturaleza sorda y la fuerza ciega; ciertamente, no puedes interferir ni siquiera en un átomo. Porque el orden con el cual funcionamos es tan perfecto que sólo alguien que ve, oye, sabe y hace todo puede tener autoridad sobre nosotros”. Y al decirle: “Entonces, ¡cállate! Mi tarea es tan importante y el orden es tan perfecto que no tengo tiempo para responder basura incomprensible como la tuya”, lo ahuyentó.

Entonces, ya que no pudo desviarlo, el representante se fue y a continuación se encontró con la pequeña casita conocida como una célula del cuerpo. Le dijo en el idioma de la filosofía y de la naturaleza: “No pude persuadir a la partícula ni al glóbulo rojo, pero tal vez tú seas razonable. Ya que tú has sido creada de diferentes sustancias tal como una casita diminuta, seré capaz de hacerte. Tú serás mi obra de arte y de mi propiedad verdadera”. La célula le respondió a través de la lengua de la sabiduría y de la verdad y le dijo:

“Soy sólo una cosa pequeña e insignificante, pero tengo tareas muy importantes y relaciones muy sensibles; estoy conectada al cuerpo entero y también a todas sus células. Por ejemplo, realizo tareas complejas y sin error en las venas y también en las arterias, en los nervios sensoriales y motores, en los poderes de atracción, repulsión y procreación, y en las facultades imaginativas. Si tienes el conocimiento y el poder de formar, ordenar y emplear a todo el cuerpo y a todos sus vasos sanguíneos, nervios y facultades, si tienes sabiduría exhaustiva y poder penetrante para controlar todas las células del cuerpo, que son como yo, en cuanto a sus cualidades y arte somos hermanos, pues demuéstralo. Sólo entonces podrás decir que eres capaz de crearme. Si no puedes, entonces, ¡sal de aquí!

“Los glóbulos rojos son mi comida y los blancos combaten las enfermedades que me atacan. Tengo trabajo para hacer, ¡no me distraigas! De todos modos, algo impotente, sin vida, sordo y ciego como tú no puede interferir de ninguna manera con nosotras. Porque tenemos un orden tan exacto, sutil y sin errores[3] que si quien tuviera autoridad sobre nosotras no fuera el Omnisciente, Todopoderoso y Sapientísimo, nuestro orden se rompería y nuestra regularidad se arruinaría”.

Entonces quien hacía estos reclamos desapareció de allí también. Luego se encontró con el cuerpo de un ser humano y le dijo, nuevamente como dicen los naturalistas, con el idioma de la naturaleza ciega y la filosofía sin sentido: “Tú eres mío, yo te he creado; o en todo caso, tengo participación en tu creación”. El cuerpo humano le respondió con la lengua de la realidad y la sabiduría, y con la elocuencia de su orden:

“Si posees el poder y el conocimiento para tener el control real sobre los cuerpos de todos los seres humanos, que son iguales a mí y en cuyos rostros está la marca del poder, el sello de la creación y son iguales también, y si eres dueño de riqueza y jurisdicción, desde agua y aire para las plantas y los animales, los tesoros de mi sustento, y si tienes poder infinito y sabiduría ilimitada con la cual emplearme con perfecta sabiduría y hacer que realice mi adoración, y el poder y la sabiduría para alojar en un vaso tan angosto y modesto como yo facultades inmateriales y sutiles como el espíritu, el corazón y el intelecto, que son extremadamente vastos y exaltados y para los que yo soy meramente una cubierta, entonces demuestra todo esto y luego di que me has creado. Si no, ¡cállate!

“Además, según el testimonio del orden perfecto que hay en mi cuerpo y los indicios de la marca de la unidad que hay en mi rostro, mi Creador es Alguien Que es poderoso sobre todas las cosas, sabe todo, ve y oye todas las cosas. Alguien sin rumbo e impotente como tú no puede entrometerse en Su arte. No puedes interferir ni siquiera en un átomo”.

El representante de las cosas que imaginariamente creen ser copartícipes de Allah no pudo encontrar el modo de interferir en el cuerpo humano y se alejó de allí. Luego, se encontró con la raza humana y se dijo: “Este es un grupo desorganizado y sin reglas. Tal vez, como Satanás interfiere en sus acciones individuales y sociales que realizan al ejercitar sus deseos, seré capaz de encontrar la manera de interferir en el funcionamiento del cuerpo y la célula del cuerpo que me echó”.

Entonces le dijo a la raza humana, una vez más, en el idioma de la naturaleza sorda y la filosofía sin rumbo: “Pareces estar muy confundida. Yo soy tu maestro y dueño, o al menos, lo soy en parte”. A lo que la raza humana le respondió a través de la lengua de la verdad y de la realidad, de la sabiduría y el orden:

“Si tu tienes el poder y la sabiduría para hacer la camisa que viste a todo el globo terráqueo, que es entretejida y cosida con sabiduría perfecta con los hilos multicolores de todos los cientos de miles de animales y de especies de plantas, del que somos uno solo, y para hacer la alfombra que se extiende sobre la faz de la tierra y que es entretejida con los cientos de miles de especies de seres animados y que está creada de una manera extremadamente delicada y decorada, y para renovarla, reformarla constantemente, y si posees el poder abarcativo y la sabiduría exhaustiva con la que puedes disponer libremente del planeta tierra del cual somos el fruto, del universo del cual somos la semilla y si tienes el poder para enviarnos nuestras necesidades vitales desde todas las regiones del cosmos con el balance de la sabiduría y si tienes la habilidad de crear a todos los que como nosotros han partido antes que nosotros y a todos los que vendrán después de nosotros, sobre cuyos rostros la marca del poder es la misma, entonces, tal vez, podrías reclamar que eres mi maestro.

“Pero si no puedes, ¡cállate! No digas que, al ver la confusión de mi especie, serás capaz de interferir de alguna manera porque el orden no tiene errores. Las condiciones que tu imaginas ser confusas y desordenadas están transcriptas en perfecto orden en el libro del poder y del Determinador Divino. Porque el orden perfecto en los animales y las plantas, que son mucho más inferiores a nosotros y que están bajo nuestra supervisión, demuestra que este desorden aparente que hay entre nosotros no es más que un tipo de escritura.

“¿Es acaso posible que quien posiciona artísticamente un hilo que atraviesa toda la alfombra pudiera ser otro sino el maestro diseñador de la alfombra; o que quien crea una fruta pudiera ser otro sino el creador del árbol que lo trajo al mundo; o que quien crea la semilla pudiera ser otro sino el diseñador del ser que produjo la semilla?

“También tus ojos son ciegos: no ves los milagros de poder sobre mi rostro, las maravillas de la creación que hay en mi ser. Si los hubieras visto, entenderías que mi Creador es tan grande que nada de nada puede resistírsele ni oponérsele. Las estrellas son tan fáciles de crear para Él como lo es crear las partículas. Él crea la primavera tan fácilmente como crea una flor. Él es Quien incluye al índice del universo vasto dentro de mí ser con perfecto orden. ¿Podría algo sin vida, impotente, ciega y sorda como tu interferir de alguna manera en el arte de semejante Ser? Entonces, ¡cállate!” Y al decir: “¡Sal de aquí! ¡Vete!”, lo ahuyentó.

A continuación, quien hacía estos reclamos se fue y se dirigió a la alfombra amplia que cubre la faz de la tierra, a la camisa bordada y decorada magníficamente que la viste. Reclamó en nombre de las causas y con el idioma de la naturaleza y la filosofía: “Yo puedo tener control sobre ustedes y ser su dueño, o al menos compartir vuestra creación”. Entonces la camisa y la alfombra[4] le dijeron en nombre de la verdad y la realidad y a través de la lengua de la sabiduría:

“Si tienes el poder y el arte para tejer y crear todas las camisas y alfombras bien ordenadas y con sentido, cuyos bordados son todos diferentes, que han vestido a la tierra a lo largo de los años y los siglos, que luego han sido quitadas de una manera ordenada y encadenadas a una línea de tiempo pasado, que vestirán la tierra nuevamente, alfombras y camisas cuyas tramas y formas han sido dibujadas y especificadas en la esfera del Determinador Divino y sobre las cuales se les colocará un moño del tiempo futuro, y si tú tienes dos manos sabias y poderosas con las que llegar desde la creación del mundo hasta su destrucción, ciertamente, de lo que siempre ha existido a lo que siempre existirá, si tienes la sabiduría y la habilidad para crear cada uno de todos mis hilos y para repararlos y renovarlos con perfecto orden y sabiduría, si eres capaz de sostenerlo en tu mano y crear el globo terráqueo, que es nuestro modelo y que nos lleva puesto, haciendo de nosotros su velo y su prenda exterior, entonces puedes reclamar dominio sobre mí. Si no puedes, entonces ¡sal de aquí! ¡No hay lugar aquí para ti!

“Además, hay sobre nosotros una marca de unidad y un sello de unicidad tales que quien no tenga a todo el universo al alcance de su poder y quien no pueda ver al mismo tiempo todas las cosas con todas sus funciones, y no pueda hacer innumerables cosas al mismo tiempo, quien no sea omnipresente ni todo lo vea en todos lados, quien no esté liberado del espacio, y quien no posea sabiduría, conocimiento y poder infinitos, alguien así no puede ser nuestro dueño ni podría interferir en nosotras”.

Entonces el representante se fue y dijo: “Tal vez podré persuadir al globo terráqueo y encontrar algo para mí allí”. Así, fue y le dijo al globo terráqueo[5], nuevamente en nombre de las causas y en el idioma de la naturaleza: “Ya que tú viajas de una manera tan sin rumbo, demuestras que no tienes dueño. En cuyo caso, podrías ser mío”. A lo que la tierra le respondió con una voz estruendosa en nombre de la verdad y con la lengua de la realidad:

“¡No digas estupideces! ¿Cómo podría yo estar sin rumbo y sin dueño? ¿Has encontrado en mis vestiduras acaso un punto más diminuto o un hilo sobre ellas que estén desorganizados, sin orden, y crees que no tienen sabiduría, un propósito y arte que me dices que no tengo dueño y no tengo rumbo?

“Si tú realmente puedes ser el dueño de mi vasta órbita alrededor de la cual viajo durante un año, una distancia que debería tomar aproximadamente veinticinco mil años[6], donde realizo mi tarea de servicio con perfecto balance y sabiduría, si fueras el dueño de los diez planetas que son mis hermanos y también tienen sus tareas que realizar como yo, junto con el espacio por el que viajan, si tienes sabiduría y poder infinitos con los cuales crear el sol y ubicarlo en su lugar, que es nuestro líder y al cual estamos ligados y dependemos con una atracción compasiva, y si  puedes sujetarme a mí y a los otros planetas a él como piedras en una honda, y emplearnos y hacer que giremos con orden y sabiduría perfectos, entonces puedes reclamar que eres mi maestro. Pero si no puedes, ¡sal de aquí! ¡Vete al infierno! Tengo trabajo para hacer, mi tarea que cumplir.

“Además, nuestro orden magnificente, el movimiento asombroso y la subyugación con sentido demuestran que nuestro Maestro es tal que todos los seres, desde las partículas diminutas hasta las estrellas y las galaxias son obedientes y se subyugan ante Él como soldados bajo las órdenes de su capitán. Él es el Omnisciente Poseedor de Gloria, el Poseedor de la Soberanía Absoluta que ordena al sol con los planetas tan fácilmente como ordena y decora un árbol con sus frutos”.

Ya que el reclamante no pudo encontrar nada para sí en la tierra, se fue y se dijo a sí mismo sobre el sol: “Esto es una cosa enorme y grandiosa. Tal vez encuentre un hueco en él y pueda abrirme camino allí; entonces tal vez pueda subyugarlo como a la tierra”. Entonces le dijo al sol, como dicen los adoradores del fuego, en nombre de la idolatría y en el idioma de la filosofía que es el portavoz de Satanás: “Tú eres un gobernante, tú eres dueño de ti mismo; tú dispones de los asuntos libremente, como tú lo deseas”. Pero el sol le respondió en nombre de la verdad y con la lengua de la realidad y de la sabiduría Divina, le dijo:

“¡Allah no lo permita! ¡Nunca, Allah no lo permita! Soy un oficial servil. Soy un candelabro en la casa de huéspedes de mi Señor. No soy el verdadero dueño de una mosca, ni siquiera de una de sus alas. Porque en el ser de la mosca hay joyas inmateriales y obras de arte antiquísimas, como ojos y oídos, como los que no existen en mi negocio. Están fuera de la esfera de mi poder”, y así le dio una reprimenda.

Entonces, el reclamante cambió su modo de abordar el tema y le dijo que con la lengua de la filosofía demoníaca: “Ya que no eres el dueño de ti mismo, eres un siervo; yo te reclamo entonces en nombre de las causas”. A lo que el sol respondió en nombre de la verdad y la realidad y con la lengua de la adoración:

“Sólo puedo pertenecerle a quien es capaz de crear a todas las estrellas elevadas, que son mis amigas, de ponerlas en los cielos con sabiduría sin error, de hacerlas girar con absoluta magnificencia y de adornarlas con sus mejores galas exquisitas”.

A continuación, el reclamante se dijo a sí mismo: “Las estrellas son una gran multitud, parecen estar desparramadas y en desorden. Tal vez podré ganar algo de ellas en nombre de mis clientes”. Entonces se fue entre ellas y les dijo en nombre de las causas y de aquellas cosas asociadas a Allah como copartícipes, en el idioma de la filosofía rebelde y como los sabeos adoradores de las estrellas: “Ya que están tan desparramadas, están todas bajo la jurisdicción de distintos gobernantes”. A lo que una estrella respondió en nombre de todas las demás:

“¡Qué tan aturdido, descerebrado, estúpido y ciego eres que no ves ni comprendes la marca de unidad y el sello de unicidad que hay en nosotras y no reconoces nuestro orden, regularidad nobles y las leyes de nuestra adoración! Tú crees que no estamos en orden. Pero somos las obras de arte y siervos de Uno y Único que sostiene en el puño de Su poder a los cielos, que son nuestros mares, al cosmos, que es nuestro árbol, y al espacio infinito, que es donde hacemos nuestras excursiones.

“Somos como luces eléctricas y testigos resplandecientes que demostramos la perfección de Su Dominio. Somos pruebas radiantes proclamando la soberanía de Su Dominio. Con todas nuestras diferentes formas, somos siervos luminosos en el dominio de Su soberanía que ilumina y demuestra la majestuosidad de esa soberanía en las moradas más elevadas y en las más bajas, en las moradas de este mundo, del Mundo Intermedio y del Más Allá.

“Ciertamente, cada una de nosotras es un milagro del poder del Uno y Único, una fruta bien ordenada del árbol de la creación, una prueba iluminada de la unidad; cada una de nosotras es un lugar de morada, un avión y una mezquita para los ángeles, y una lámpara y un sol para los mundos elevados, y un testigo de la soberanía de la dominación; y cada una de nosotras es un adorno, un palacio, y una flor del espacio, y un pez brillante en los mares celestiales, y un ojo hermoso en el rostro del cielo.[7]

“Además, a través de nosotras como un todo hay un silencio dentro de la tranquilidad, un movimiento dentro de la sabiduría, un adorno dentro de la majestuosidad, una belleza de la creación dentro del orden, y una perfección de arte dentro de la simetría.

“Y a pesar de que somos así y proclamamos a nuestro Creador Glorioso y a Su unidad, unicidad, adoración eterna y Sus atributos de belleza, gloria y perfección a todo el universo con innumerables lenguas, aún así nos acusas a nosotras, que somos totalmente puras, limpias, obedientes y siervas fieles, de estar confundidas, desordenadas y sin tareas, incluso de no tener dueño. Por eso mereces una bofetada que te castigue verdaderamente”.

Y una estrella, como la piedra arrojada contra Satanás, le dio una bofetada tan fuerte en el rostro del reclamante que lo lanzó lejos de las estrellas hasta el mismísimo pozo del Infierno. Y arrojó a la naturaleza[8], que estaba con él, a los valles del engaño, y a la casualidad, al abismo de la inexistencia, y a todas aquellas cosas asociadas a Allah como copartícipes, a la oscuridad de la imposibilidad, y a la filosofía que es hostil con la religión, al fondo de lo más bajo. Todas las estrellas recitaron este decreto sagrado junto a esa estrella: لَوْ كَانَ ف۪يهِمَٓا اٰلِهَةٌ اِلَّا اللّٰهُ لَفَسَدَتَا [9] Y el reclamante proclamó: “No hay nada, desde un ala de mosca hasta las lámparas de los cielos, nada, ni siquiera del tamaño de un ala de mosca, en las que aquellas cosas asociadas a Allah como copartícipes puedan interferir”.

سُبْحَانَكَ لَاعِلْمَ لَنَٓا اِلَّا مَا عَلَّمْتَنَاﮈ اِنَّكَ اَنْتَ الْعَل۪يمُ الْحَك۪ــيمُ
اَللّٰهُمَّ صَلِّ وَسَلِّمْ ﱬ سَيِّدِنَا مُحَمَّدٍ سِرَاجِ وَحْدَتِكَ ﯺﰍ كَــثْرَةِ مَخْلُوقَاتِكَ

وَدَلَّالِ وَحْدَانِيَّتِكَ ﯺﰍ مَشْهَرِ كَٓــائِنَاتِكَ وَﱭ اٰلِه۪ وَصَحْبِه۪ اَجْمَع۪ـينﭯ

“¡Gloria a Ti! No tenemos más conocimiento que el que Tú nos has enseñado. Tú eres, en verdad, el Conocedor perfecto, el Sabio”. (Corán, 2:32)

¡Oh, Allah! Garantiza las bendiciones y la paz a nuestro maestro Muhammad, la Lámpara de Tu Unidad en la multiplicidad de Tus seres, y el Heraldo de Tu Unicidad en la exhibición de Tu creación, y a toda su Familia y sus Compañeros.

 

 

 


فَانْظُرْ اِﱫﲄﲁ اٰثَارِ رَحْمَتِ اللّٰهِ كَــيْفَ يُحْىِ الْاَرْضَ بَعْدَ مَوْتِهَاۜ

Bismillahir Rahmanir Rahim

“En el Nombre de Allah el Clemente y el Misericordioso”

“Así pues, mira las huellas de la misericordia de Allah: Cómo le da vida a la tierra después de haber estado muerta”. (Corán, 30:50)

La siguiente sección alude a una flor del jardín eterno de esta aleya.

حَتّٰى كَــاَنَّ الشَّجَرَةَ الْمُزَهَّرَةَ ﱳ قَص۪يدَةٌ مَنْظُومَةٌ مُحَرَّرَةٌ               وَتُنْشِدُ لِلْفَاطِرِ الْمَدَٓائِحَ الْمُبَهَّرَةَ ﱳ اَوْ فَتَحَتْ بِكَــثْرَةٍ عُيُونَهَا الْمُبَصَّرَةَ

لِتَنْظُرَ لِلصَّانِعِ الْعَجَٓائِبَ الْمُنَشَّرَةَ ﱳ اَوْ زَيَّنَتْ لِعِيدِهَا اَعْضَٓائَهَا الْمُخَضَّرَةَ      لِيَشْهَدَ سُلْطَانُهَا اٰثَارَهُ الْمُنَوَّرَةَ ﱳ وَتُشْهِرَ ﯺﰆ الْمَحْضَرِ مُرَصَّعَاتِ الْجَوْهَرِ

وَتُعْلِنَ لِلْبَشَرِ حِكْمَةَ خَلْقِ الشَّجَرِ ﱳ بِكَــنْزِهَا الْمُدَخَّرِ مِنْ جُودِ رَبِّ الثَّمَرِ   سُبْحَانَهُ مَٓا اَحْسَنَ اِحْسَانَهُ ﱳ مَٓا اَزْيَنَ بُرْهَانَهُ، مَٓا اَبْـيَنَ تِبْيَانَهُ

خَيَالْ بِينَدْ اَزِينْ اَشْجَارْ مَلَائِكْ رَا جَسَدْ اۤمَدْ سَمَاوِى بَا هَزَارَانْ نَـىْ.. اَزِينْ نَــيْهَا شُنِيدَتْ هُوشْ سِتَايِشْهَاىِ ذَاتِ حَىْ.. وَرَقْهَارَا زَبَانْ دَارَنْدَ هَمَه هُو هُو ذِكْر اۤرَنْد بَدَرْ مَعْناَىِ حَــىُّ حَــىُّ.. چُو لَٓا اِلٰهَ اِلَّا هُو بَرَابَرْ مِيزَنَنْد هَرْ شَىْ.. دَمَا دَمْ جُويَدَنْد يَا حَقْ سَرَاسَرْ گُويَدَنْد يَا حَىْ بَرَابَرْ م۪يزَنَنْداَللّٰهْ

وَنَزَّلْنَا مِنَ السَّمَٓاءِ مَٓاءً مُبَارَكًــا  ﱳ

Es como si todos los árboles florecientes fueran odas bellamente compuestas que hablan poéticamente a su manera y recita las alabanzas manifiestas del Glorioso Creador.

O, es como si todos los árboles florecientes hubieran abierto miles de ojos que observan y hubieran hecho que miles de otros se abrieran para contemplar, no con uno ni con dos sino con miles de ojos, las maravillas de arte del Glorioso Diseñador que son transmitidas y exhibidas y para que las personas atentas las observen también.

O, es como si todos los árboles florecientes hubieran embellecido sus verdes extremidades con los adornos más delicados para el momento de su desfile y para sus festivales particulares, el festival de la primavera en general, para que su Monarca Glorioso pueda contemplar los regalos, las maravillas sutiles y las obras de arte resplandecientes que Él les ha otorgado; y para que Él presente ante la mirada de la creación las instancias engalanadas de Su misericordia, en la primavera, y sobre la faz de la tierra, que es la exhibición del arte Divino; y para que Él proclame a la humanidad la sabiduría que hay en la creación del árbol.

Allah demuestra la perfección del poder Divino al mostrar qué tesoro tan importante cuelga de sus delicadas ramas y qué riqueza significativa existe en los frutos de Su generosidad misericordiosa.

La imaginación ve ángeles celestiales personificados en esos árboles con miles de flautas. De esas flautas, la conciencia oye las alabanzas del Siempre Viviente. Sus hojas tienen lenguas, y cada una recita la frase: ¡Es Él! ¡Es Él!

Esto significa: ¡Oh Eterno! ¡Oh Eterno! Ya que todas las cosas exclaman al unísono: No hay dios sino Allah, y buscan la Verdad, de principio a fin recitan: Oh, Allah,

 “Y hacemos que del cielo caiga agua bendita con la que hacemos brotar jardines y las semillas que cosechan”. (Corán, 50:9)

 

* * *

 

 

 

 

 


Un breve apéndice de la Primera Parada

Escucha la siguiente aleya:

اَفَلَمْ يَنْظُرُٓوا اِﱫﱷ السَّمَٓاءِ فَوْقَهُمْ كَــيْفَ بَنَيْنَاهَا وَزَيَّنَّاهَا[10]

ثُمَّ انْظُرْ اِﱫﲄ وَجْهِ السَّمَٓاءِ كَــيْفَ تَرٰى سُكُـوتًا ﯺﰍ  سُكُونَةٍ، حَرَكَةً ﯺﰍ  حِكْــمَةٍ ﱳ تَلَئْلُئًا ﯺﰍ  حَشْمَةٍ ﱳ تَبَسُّمًا ﯺﰍ  ز۪ينَةٍ ﱳ مَعَ اِنْتَظَامِ الْخِلْقَةِ، مَعَ اِتِّزَانِ الصَّنْعَةِ ﱳ تَشَعْشُعُ سِرَاجِهَا ﱳ تَهَلْهُلُ مِصْبَاحِهَا، تَلَئْلُؤُ نُجُومِهَا، تُعْلِنُ لِاَهْلِ النُّهٰى، سَلْطَنَةً بِلَٓا اِنْتِهَٓاءٍ

Entonces mira el rostro de los cielos, ve qué silencioso es en su tranquilidad; cómo está en movimiento con sabiduría, cómo es radiante con majestuosidad, cómo sonríe con sus adornos. Una soberanía interminable e infinita se proclama ante aquellos que piensan por el orden en su creación, por la simetría en su arte, por sus lámparas brillantes, sus linternas luminosas, sus estrellas centellantes.  ¿No miran al cielo sobre ellos? ¿Cómo lo hemos hecho y adornado, y que no hay fallas en él?

اَفَلَمْ يَنْظُرُٓوا اِﱫﱷ السَّمَٓاءِ فَوْقَهُمْ كَــيْفَ بَنَيْنَاهَا وَزَيَّنَّاهَا

A continuación está la explicación de este párrafo que a su vez, es una explicación de la aleya citada.

Primera frase: ثُمَّ انْظُرْ اِﱫﲄ وَجْهِ السَّمَٓاءِ كَيْفَ تَرٰى سُكُوتًا ﯺﰍ سُكُــونَةٍ Esta frase dirige una mirada atenta al rostro de los cielos bellamente adornado para que quien lo contempla pueda darse cuenta del silencio que hay dentro de una vasta tranquilidad, y, para que pueda entender que es así a través del comando y de la subyugación del Único Poseedor Absoluto de Poder.

Porque si hubieran sido independientes y desenfrenados, esos enormes globos, todos cercanos entre sí, esos cuerpos celestes infinitos y asombrosos, hubieran causado tanto alboroto con sus revoluciones enormemente veloces que hubieran ensordecido al cosmos. Y hubiera habido tal confusión en esa tumultuosa conmoción que hubiera desparramado al universo. Es bien sabido qué conmoción y alboroto se causa si veinte búfalos trabajan unos encima de otros. Mientras que sabemos que entre las estrellas hay algunas que son miles de veces más grandes que la tierra y que giran a una velocidad setenta veces más rápida que la de una bala de cañón. Entonces, podemos comprender el grado de poder y subyugación del Creador Glorioso y Todopoderoso de Perfección, y también el grado de obediencia y sumisión de las estrellas ante Él.

Segunda frase: حَرَكَةً ﯺﰍ حِكْــمَةٍ  La frase nos ordena mirar el movimiento en el rostro de los cielos, que tiene sabiduría y un propósito. Ciertamente, ese movimiento poderoso y maravilloso ocurre dentro de una sabiduría precisa y exhaustiva.

Por ejemplo, un artesano que hace funcionar la maquinaria de una fábrica con sabiduría y con un propósito demuestra el grado de sus habilidades y de su oficio en proporción al orden y la grandeza de la fábrica. De igual modo, cuando lo miramos en este sentido, el grado de poder y de sabiduría del Todopoderoso de Gloria se vuelve evidente ante nosotros a través de la creación del sol poderoso como una fábrica y sus planetas, esos globos inmensos y asombrosos, como la maquinaria de la fábrica, y al hacer que giren y den vueltas como piedras en una honda.

Tercera frase: تَلَئْلُئًا ﯺﰍ حَشْمَةٍ تَبَسُّمًا ﯺﰍ ز۪ينَة Tiene este significado: la majestuosidad radiante y los adornos sonrientes sobre el rostro de los cielos son tales que demuestran la sublimidad de la soberanía del Creador Glorioso y la exquisitez de Su arte. Tal como los miles de lámparas eléctricas que cuelgan en los días de fiesta demuestran el grado de la majestuosidad del rey y el logro del progreso material. Los vastos cielos también con sus estrellas majestuosas y adornadas le demuestran a las miradas atentas la soberanía sublime y el arte exquisito del Creador Glorioso.

Cuarta frase: مَعَ اِنْتِظَامِ الْخِلْقَةِ ﱳ مَعَ اِتِّزَانِ الصَّنْعَةِ Esta frase dice lo siguiente: miren el orden de los seres en el rostro de los cielos y vean su simetría y su balance preciso, entonces, comprende qué tan poderoso y sabio es su Creador.

Ciertamente, los vastos cielos demuestran el grado de poder y sabiduría de Quien transforma a los variados y diminutos seres o animales, y así los prepara para sus tareas, y Quien obliga a cada uno de ellos de una determinada manera por medio de su balance particular, el grado de obediencia y subyugación a Él. De igual modo, los vastos cielos le demuestran a las miradas atentas a través de su inmensidad asombrosa e innumerables estrellas, y las estrellas, al imponer su enormidad y sus giros veloces, el hecho de que no exceden sus límites ni en una pizca, ni siquiera por un segundo, ni desatienden sus tareas por un décimo de segundo, el equilibrio  sumamente fino y particular con el que el Creador Glorioso lleva a cabo Su dominación.

Quinta frase: تَشَعْشُعُ سِرَاجِهَا، تَهَلْهُلُ مِصْبَاحِهَا، تَلَئْلُؤُ نُجُومِهَا، تُعْلِنُ لِاَهْلِ النُّهٰى، سَلْطَنَةً بِلَا اِنْتِهَٓاءٍ  Esta frase establece claramente lo que se alude en la aleya del comienzo y en muchas otras que son similares a ella, que menciona la subyugación del sol, la luna y las estrellas. Es decir, para asigna el calor y la lámpara para dar luz que es el sol a embellecer el techo de los cielos, hace el tintero para escribir las misivas al Eternamente Adorado en líneas de día y de noche en las páginas del verano y del invierno; y hace que la luna, como la aguja de la hora que brilla en los enormes relojes de los minaretes y las torres, una aguja de la hora de tiempo para el poderoso reloj del domo de los cielos, y hacerla mover a través de sus mansiones con el equilibrio preciso y la medida perfecta en forma de crecientes variables, para así dejar un creciente una noche y luego pasa a buscarlo; y adorna el hermoso rostro del cielo con estrellas que centellean y sonríen en el domo de los cielos, todos estos son signos de la soberanía ilimitada de una dominación vigorizante. Son indicaciones de la Divinidad majestuosa que se da a conocer a los seres concientes. Invitan a aquellos que piensan a creer y a afirmar la unidad Divina.

 

 

 

 

Mira las páginas coloridas del libro del universo;

Ve qué formas ha trazado el lápiz de oro de poder.

No queda ni un punto oscuro para la mirada del ojo del corazón;

Es como si Allah hubiera grabado Sus signos con luz.

¡Mira! ¡Qué milagro de sabiduría es el asombroso universo!

¡Mira! ¡Qué maravilloso espectáculo es la inmensidad del espacio!

Luego escucha a las estrellas, ¡escucha su discurso armonioso!

Ve qué sabiduría ha estampado sobre el decreto de su luz.

Al unísono comienzan a hablar con la lengua de la verdad,

Se dirigen a la majestuosidad del Todopoderoso, la soberanía del Glorioso:

Cada una de nosotras somos luz esparciendo las pruebas de la existencia de nuestro Creador,

Somos testimonio de Su unidad y también de Su poder,

Somos milagros sutiles

Que iluminan el rostro de los cielos para que los ángeles puedan contemplarlo.

Somos los innumerables ojos atentos de los cielos

Que observan la tierra, que estudian el Paraíso.

Somos las innumerables frutas exquisitas

Que la mano de la sabiduría del Glorioso y Bello le ha asegurado

A la porción celestial del árbol de la creación,

A todas las ramas de la Vía Láctea.

Para los habitantes de los cielos,

Cada una de nosotras es una mezquita viajera, una casa que gira, un hogar majestuoso,

Cada una es una lámpara que ilumina, un barco poderoso, una maravilla del arte creativo

Creado por el Poderoso de Perfección, el Omnisciente y Glorioso;

Una rareza de Su sabiduría, una maravilla de Su creación, un mundo de luz.

Les demostramos a los seres humanos innumerables pruebas,

Los hicimos oír con nuestras innumerables lenguas;

Pero sus ojos detestables, negadores, ciegos, no vieron nuestros rostros,

No oyeron nuestras palabras.

Y somos signos que dicen la verdad:

Nuestra marca es una, nuestro sello es uno,

Somos dominadas por nuestro Sustentador;

Lo glorificamos a través de nuestro sometimiento;

Recitamos Sus Nombres;

Cada una de nosotras con éxtasis,

Un miembro del círculo poderoso de la Vía Láctea.

 

 

* * *

 

 

 

[1] Corán: 21:22

[2] Ciertamente cada objeto que está en movimiento, desde las partículas diminutas hasta los planetas, muestra en sí mismo la marca del Eterno Suplicado y de la Unidad. Asimismo, por su movimiento, cada uno toma posesión de todos los lugares por donde viaja en el nombre de la unidad, y así los incluye en los bienes de su propio dueño. En cuanto a esos seres que no están en movimiento, cada uno de ellos, desde las plantas hasta las estrellas que están fijas, es como un sello de Unidad que muestra que el lugar donde se encuentra es una misiva de su propio Creador. Es decir que cada flor y cada fruta son una marca y un sello de Unidad que demuestra, en el nombre de la Unidad, que su hábitat y su lugar de origen es la misiva de su Creador. En resumen, cada objeto toma posesión de todas las cosas a través de su movimiento en el nombre de la Unidad. Es decir, quien no tiene todas las estrellas en sus manos no puede tener dominio sobre una simple partícula.

[3] El Creador Omnisciente ha creado al cuerpo humano como si fuera una ciudad bien organizada. Algunos vasos sanguíneos cumplen la tarea de los teléfonos, mientras que otros son como picos de una fuente a través de la cual fluye la sangre, que es el agua de la vida. En cuento a la sangre, por dentro está compuesta de dos tipos de glóbulos. Uno de ellos, conocido como los glóbulos rojos, distribuye los nutrientes a las células del cuerpo; transmite el sustento a las células de acuerdo con la ley Divina. Son como mercaderes y oficiales de comida. El otro tipo son los glóbulos blancos, que son menos en cantidad que los rojos. Su tarea, como soldados, es defender del enemigo, como ser de una enfermedad. Cada vez que ejercen esa defensa, con sus dos revoluciones como los derviches mevlevíes, asumen un estado veloz y maravilloso. En cuanto a la sangre como un todo, tiene dos tareas generales; la primera es reparar el daño causado al cuerpo. Hay dos tipos de vasos sanguíneos: las venas y las arterias. Una de ellas lleva la sangre purificada y son los canales por los que se transporta la sangre limpia. Los otros son los canales para la sangre turbia que recoge los desechos; éstos transportan la sangre hacia donde ocurre la respiración, es decir, hacia los pulmones.

El Creador Todopoderoso creó dos elementos en el aire: el nitrógeno y el oxígeno. En cuanto al oxígeno, cuando está en contacto con la sangre durante la respiración, atrae hacia sí, como el ámbar, el elemento impuro –el carbono– que está contaminando la sangre. Ambos se combinan y se transforman en un elemento llamada gas ácido carbónico. El oxígeno también mantiene la temperatura del cuerpo y purifica la sangre. Esto es porque, en la ciencia de la química, el Creador Omnisciente le otorgó al oxígeno y al carbono una relación intensa que podría describirse como una “pasión química”, en la que, de acuerdo con la ley Divina, cuando esos dos elementos se acercan, se combinan. Se ha establecido en la ciencia que el calor se produce en la combinación porque es un tipo de combustión.

La sabiduría en esto es la siguiente: el movimiento de las partículas de esos dos elementos es diferente. Al combinarse, las partículas de un elemento se unen con los de la otra, de allí en adelante ambas partículas se mueven en una sola. El otro movimiento se transforma en calor de acuerdo con una ley del Creador Omnisciente. De hecho, que ‘el movimiento produce calor’ es un principio establecido.Así, como consecuencia de esto, por esta combinación química, como el carbono es eliminado de la sangre, la temperatura del cuerpo de los seres humanos se mantiene y al mismo tiempo la sangre se purifica. Al inhalar, el oxígeno limpia el agua de la vida del cuerpo a la vez que enciende el fuego de la vida. Al exhalar, le cede el paso, en la boca, al fruto de las palabras, que son milagros del Poder Divino.

فَسُبْحَانَ مَنْ تَحَيَّرَ فِى صُنْعِهِ الْعُقُولُ

¡Glorificado sea Allah, ante cuyo arte la mente está perpleja!

[4] De hecho, la alfombra está viva y vibra en forma regular. Sus bordados son reemplazados continuamente con perfecta sabiduría y orden para demostrar las manifestaciones cada vez más diferentes de los Nombres del Tejedor.

[5] En resumen, la partícula refirió a quien reclamaba al glóbulo rojo. El glóbulo rojo lo refirió a la célula y la célula lo refirió al cuerpo humano; el cuerpo humano, a la raza humana y la raza humana, a la camisa de la tierra, que se entreteje con todas las especies de seres animados. La camisa de la tierra lo refirió al globo terráqueo, que a su vez lo refirió al sol. Y el sol lo refirió a las estrellas. Cada una le dijo: “Ve, si eres capaz de reclamar posesión sobre el que me sigue en rango hacia arriba, hazlo, luego ven e intenta ser mi maestro. Si no eres capaz de dominarlo, entonces eres incapaz de reclamar posesión sobre mí”. Es decir, alguien cuya autoridad no se extiende a todas las estrellas no puede hacer ni que una simple partícula le preste atención a su reclamo de poder.

[6] Si la mitad del diámetro de un círculo es aproximadamente ciento ochenta millones de kilómetros, el círculo cubre aproximadamente una distancia de veinticinco mil años.

[7] Esto significa que somos signos que observamos y contemplamos las maravillas de la creación de Allah Todopoderoso y que hacemos que otras personas los contemplen también. Es decir, tal como los cielos son considerados como observadores de las maravillas del arte Divino sobre la tierra con una infinidad de ojos, así también como los ángeles y los cielos, las estrellas observan a la tierra, que es una exhibición de maravillas y cosas asombrosas, y hacen que los seres concientes la observen con atención.

[8] Pero después de su caída, la naturaleza se arrepintió. Comprendió que su verdadera tarea no era actuar y tener un efecto, sino aceptar y ser pasiva. Y reconoció que era una especie de cuaderno del Determinador Divino, pero un cuaderno capaz de cambiar y transformarse; que era una especie de programa del Poder de la Dominación, similar a las leyes de la creación emitidas por el Todopoderoso y Glorioso, y que era una especie de colección de Sus leyes. Asumió su tarea de adoración con perfecta sumisión reconociendo su impotencia absoluta y así adquirió el título de creación Divina y arte de la Dominación.

[9] Corán, 21:22

[10] Corán, 50:6