PALABRA DIEZ

LA NOVENA VERDAD

Es la Puerta de la concesión de la vida y la muerte por Allah, es la Manifestación de los Nombres de la Vida Eterna y la Auto-Subsistencia, y del Otorgador de la vida y el Otorgador de la muerte.

¿Es del todo posible que Aquel que da la vida a esta gran tierra muerta y seca; Quien en tal acto demuestra Su poder a través del desarrollo de más de trescientas mil formas de creación, cada una de ellas tan notables como el ser humano; Quien además demuestra en este desarrollo Su comprensivo entendimiento a través de las infinitas distinciones y diferenciaciones que Él hace en la compleja mezcla de todas esas formas; Quien dirige la mirada de todos Sus siervos de felicidad bendita prometiéndoles la resurrección en todos Sus grados divinos; Quien demuestra el esplendor de Su Denominación provocando que toda Su creación colabore con la otra, para girar dentro del círculo dentro de Su orden y Su deseo, para ayudar al otro y presentarse ante Él; Quien muestra la importancia que Él le ha dado al ser humano creándolo como el más abarcativo, el más preciado y delicado, el más valorado y valioso fruto del árbol de la creación dirigiéndolo sin intermediario y subyugando todas las cosas a él; – es acaso posible que tal Clemente y Poderoso, tal Sabio y Todopoderoso no causara la resurrección; no reuniera a Sus seres o fuera incapaz de hacerlo; devolviera al ser humano a la vida o fuera incapaz de hacerlo; sería capaz de inaugurar Su Corte Suprema; no sería capaz de crear el Cielo y el Infierno? No, por supuesto, de ninguna manera, nada de esto es posible.

Por supuesto, el Todopoderoso Poseedor de todos los asuntos crea en cada siglo, cada año y cada día, en la estrecha y efímera superficie del globo terráqueo, numerosas aleyas, ejemplos e indicaciones de la Resurrección Suprema y de la llanura del Día del Juicio Final.

En la resurrección que tiene lugar en cada primavera vemos que, en el curso de cinco o seis días, a más de tres cientos mil tipos diferentes de animales y plantas, Él primero los crea y luego los muestra. A las raíces de todos los árboles y plantas, también como algunos animales, Él los resucita y los devuelve exactamente como ellos habían sido. Él crea los otros animales de una forma muy similar, casi idéntica. Las semillas que se parecen, en su forma externa, para estar cerca unas de otras, sin embargo, en el curso de seis días o seis semanas llegan a ser distintas y sediferencian entre sí, y entonces con extrema rapidez y facilidad, son resucitadas en sumo orden y equilibrio. ¿Es acaso posible que para Aquel Que hace todo esto, algo pudiera ser difícil; que Él pudiera ser incapaz de crear el cielo y la tierra en seis días, que Él pudiera ser incapaz de resucitar al ser humano con un solo golpe? ¡No, de ningún modo esto es imposible para Él!

Déjanos suponer que hubiese algún escritor talentoso que pudiese escribir en una sola hora las confusas y ocultas cartas de trescientos mil libros en una sola hoja sin error, omisión o defecto, completa y de la mejor forma. Si hubiese alguien entonces te diría que este escritor podría escribir de nuevo de memoria un libro escrito por él que hubiera caído en el agua y llegara a destruirse, ¿Entonces dirías que él es incapaz y no creerías en su habilidad? O pensarías que un Sultán Milagroso que, para demostrar su poder o simplemente por dar un ejemplo de advertencia, elimina todas las montañas con una sola orden, cambia su reino de arriba a abajo, y transforma el agua en tierra seca. Entonces ves que una gran roca rueda hacia un valle, entonces el camino queda bloqueado para los huéspedes viajantes que asisten a la recepción del Sultán y ellos son incapaces de pasar. Si alguien te hubiera dicho: “Este Exaltado eliminará la roca o disolverá la roca, así como de genial esto pueda ser, con una sola orden, Él no dejará a sus huéspedes varados”. ¿Dirías entonces que Él no eliminará la roca o será incapaz de hacerlo? ¿O si alguien un día pudiera reunir a un gran ejército y eres informado de que él reúne a sus batallones con un toque de trompeta después de que ellos se hubieran dispersado a descansar, y los batallones hicieran fila de forma disciplinada, ¿Responderías diciendo, “no me lo creo”? Si estuvieras diciendo alguna de estas cosas, entenderás que tu comportamiento sería verdaderamente necio.

Si has entendido estas tres parábolas, ahora mira más allá y ve como el Diseñador Eterno gira la página blanca del invierno frente a tus ojos y abre las páginas verdes de la primavera y del verano. Entonces, Él inscribe en la página de la faz de la tierra con la pluma del Poder y el Destino, de la forma más bella, más de trescientas mil especies de creación. Ninguna invade a la

 

otra. Él las escribe todas juntas pero sin que alguna se interponga en el camino de la otra. En su creación y forma cada una se mantiene separada de la otra sin ninguna confusión. No hay error en la escritura. Este Sabio y Preservador, Quien preserva e inserta el espíritu de un gran árbol en la más pequeña semilla tan minúscula como un punto -¿Es permisible incluso preguntar cómo Él preserva los espíritus de aquellos que mueren?

Este Poderoso Que hace que el globo terráqueo gire como una piedrita en una honda- ¿Es incluso permisible preguntar como Él eliminará esta roca del camino de sus huéspedes que están viajando para conocerlo en el Más Allá?

De nuevo, Aquel de la Gloriosa Esencia Que desde la nada recluta e inscribe a nuevos en Su batallón, con la orden de كُنْ فَيَكُونُ “¡Sé! y es”  y con la mayor disciplina las tropas de todas los seres vivos, de cada partícula de todos sus cuerpos, y entonces crea armadas altamente disciplinadas – ¿Es permisible incluso preguntar cómo Él puede hacer cuerpos sometidos a Su disciplina como un batallón, cómo Él puede juntar sus mutuamente conocidas partículas fundamentales, y sus miembros que lo componen?

Además, ves con tus propios ojos, los numerosos diseños hechos por Allah como aleyas, símiles e indicaciones de resurrección, diseños situados por Él en cada edad y época del mundo, en la alternancia del día y de la noche e incluso en la aparición y desaparición de las nubes en el cielo. Si te imaginas a ti mismo viviendo hace mil años, y después comparas una con otra, las dos alas del tiempo que son el pasado y el presente, entonces verás símiles de la reunión e indicaciones de la resurrección tan numerosas como los siglos y los días. Si, entonces, después de presenciar muchos símiles e indicaciones esperas una resurrección corpórea tan improbable como racionalmente inaceptable, entenderas que tu comportamiento es pura necedad.

Ve lo que el Supremo Decreto dice en cuanto a la verdad que estamos discutiendo:

فَانْظُرْ اِلَى آثَارِ رَحْمَتِ اللّٰهِ كَيْفَ يُحْيِى اْلاَرْضَ بَعْدَ مَوْتِهَا اِنَّ ذلِكَ لَمُحْيِى الْمَوْتَى وَهُوَ عَلَى كُلِّ شَيْءٍ قَدِيرٌ[1]

 

En resumen: No hay nada que haga imposible la resurrección. La gloriosa y eterna Dominación, el Todopoderoso y la Soberanía que todo lo abarca Aquel Que da la vida y la muerte en esta tierra grande y maravillosa como si fuese un simple animal; Aquel que ha hecho de esta tierra una cuna agradable, un buen barco, para el ser humano y para los animales; Aquel Que ha hecho del sol una adornada lámpara que ilumina y calienta la posada del mundo; Aquel Que ha hecho de los planetas vehículos para el transporte de Sus ángeles – Su Dominio tan espléndido y Su Soberanía tan perfecta no pueden estar construidos en basa a asuntos transitorios, perecederos, inestables, insignificantes, cambiantes, inacabables, deficientes e imperfectos de este mundo.

Él debe, entonces, tener otro reino, uno que Lo merezca, permanente, estable, inmutable y glorioso. Por supuesto Él debe tener otro sultanato, y es por el bien de éste que Él nos hace trabajar, y por ello nos somete. Todos estos espíritus iluminados que han penetrado desde las apariencias externas a la verdad, y han sido ennoblecidas con la proximidad a la Presencia Divina, todos los pilares espirituales dotados de corazones iluminados, todos estos posesores de inteligencia lúcida, todos atestiguan que Él nos trasladará al otro reino. Ellos informan unánimemente que Él ha preparado allí para nosotros una recompensa y compensación, y relatan que Él está repetidamente dándonos firmes promesas y severas advertencias.

Romper una promesa, es una humillación infundada y completa. No puede ser de ninguna manera reconciliada con la Gloria de Su Cercanía de Allah. Igualmente, fallar en el cumplimiento de un tratado tampoco surge de la falta de poder e impotencia. En realidad la incredulidad es un crimen extremo[2], y no puede ser perdonado. El Absoluto Omnipotente está exento y exaltado

[1] Corán, 30:50

[2] La incredulidad denuncia la creación de inutilidad presunta y falta de sentido. Esto es un insulto a toda la creación, una negación de la manifestación de los Nombres Divinos en el reflejo de los seres. Es una falta de respeto a los Nombres Divinos, un rechazo al testigo traído a la Unidad Divina por todos los seres. Es una negación de toda la creación. Corrompe las potencialidades del hombre de tal manera que son incapaces de reformarse y poco receptivos al bien. La incredulidad es además un acto de gran injusticia, una transgresión contra la creación y todos los derechos de los Nombres de Allah, la preservación de aquellos derechos, así como el incumplimiento natural del alma del incrédulo, hace necesario que esta incredulidad sea imperdonable. Las palabras . اِنَّ الشِّرْكَ لَظُلْمٌ عَظِيمٌ Asignar compañeros a Allah es verdaderamente una enorme atrocidad” (Corán, 31:12) expresa este significado.